Mercedes González, abogada y profesora de historia
Consejos prácticos para estudiantes y tesistas
Antes de ponernos a redactar, es indispensable tener en cuenta que en el transcurso de la escritura se presentarán problemas en el uso de palabras que nos hacen dudar sobre el real significado, razón por la cual es útil recurrir a la etimología del término, que nos aclara su concepto; al respecto internet nos facilita el camino.
Por otra parte, para no repetir los mismos vocablos en párrafos poco distanciados, debemos acudir a la búsqueda de sinónimos, ya que las redundancias molestan al lector.
También tengamos en cuenta que el texto debe "respirar" utilizando el punto y aparte, la numeración de conceptos o incluyendo subtítulos; de lo contrario se dificulta la lectura y la diferenciación de cuestiones.
En este marco es fundamental la precisión: hay que utilizar los términos adecuados para expresarse claramente, y esto exige doble esfuerzo al sumar conceptos que pueden terminar enredando el escrito.
El “argumento” significa dejar en claro algo (de arguere/argüir): debemos razonar acerca de lo que intentamos demostrar, refutar o apoyar, para convencer a cualquier interlocutor de lo que se afirma o se niega.
Además, cuando nos sentamos a escribir es bueno tomar lápiz y papel,; porque, aunque algunas personas no lo crean, lo manuscrito ayuda a pensar.
Para comenzar, debemos respondernos algunos interrogantes básicos:
1) ¿Qué tema o problema deseo plantear? Cuando definimos cuál es ese tema, tendremos la “primera pata de la mesa”.
2) ¿Por qué decidí plantear ese tema? Por qué me interesa esclarecer tales o cuales asuntos.
3) ¿Para qué, y a quién beneficiaría? La respuesta nos dará la perspectiva del aporte que se desea brindar.
Una vez respondidos tales interrogantes, se estará en condiciones de comenzar a redactar el texto:
a) Objeto o razón del planteo; explicarlo con precisión en una introducción. Aquí se necesita una expresión directa y suficiente para que el tema concreto quede claro. Los párrafos largos no ayudan a entender lo que se desea manifestar.
b) Hechos o desarrollo, y pruebas: según el tema que se trate, es necesario ser cronológico en el relato y sin redundancias: todo lo que se refiera a determinado asunto debe ser ubicado en un mismo bloque de contenidos; de lo contrario suele suceder que se repiten conceptos que parecían ya estar terminados.
Todo este desarrollo puede estar organizado con títulos o subtítulos, y los contenidos enumerados si conviene.
Cada situación relatada debe ejemplificarse con casos reales a modo de prueba, porque de lo contrario el trabajo pierde valor documental.
c) Conclusión: debe ser un texto conciso, con la puntualización correcta de acuerdo a lo relatado y probado.
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