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'TANGO Y POLÍTICA' de GUSTAVO VARELA, diez años después

  • FOLKLORE DE UNA
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  • 3 Min. de lectura

Oscar Conde

Doctor en Letras, profesor del Departamento de Folklore, UNA


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La tarde del 20 de noviembre, la Academia Nacional del Tango realizó una sesión pública titulada “A diez años de Tango y política de Gustavo Varela”, donde no solo se quiso dar cuenta de la relevancia de este libro que cambió el modo de pensar el tango, sino también se generó un espacio y un momento especial para que un grupo de académicos, colegas, discípulos, amigos y artistas del tango tuviesen la ocasión de celebrar la trayectoria de Gustavo Varela, a quien podríamos considerar un filósofo del tango.

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En aquel libro publicado en Buenos Aires por Paidós en 2016, cuyo título completo es Tango y política. Sexo, moral burguesa y revolución en Argentina, Varela vino a contarnos, de alguna manera, otra vez la historia del tango, pero lo hizo de un modo desafiante, con la insolencia de las buenas razones y los testimonios apabullantes, centrado en los procesos más que en los nombres y, en especial, sin perder de vista ni por un segundo algo que casi todos los analistas del tango que lo han precedido sí perdían de vista: el contexto histórico, social y político argentino que lo generó, lo ahogó, lo incluyó, lo modeló, lo canibalizó, lo formateó, lo escupió, lo aplastó, lo recogió, lo aceptó y finalmente lo tuneó en estos últimos ciento treinta años.


     En Tango y política hay una historia del tango, sí, pero es una historia política del tango. En otras palabras, es la historia del modo en el cual la política —en un nivel macro, por supuesto; no estoy hablando de tal o cual presidente o de tal o cual partido— explica rotundamente los tres grandes “dominios” (así los llama) del tango, que coinciden con las tres partes de su libro: el tango prostibulario, el tango canción y el tango de vanguardia. Lo que hizo Varela en su libro fue dinamitar los puentes que nos conectan con una serie de lugares comunes o verdades perogrullescas acerca del tango que todos, quien más quien menos, hemos repetido alguna vez antes de leerlo. Voy a dar tres ejemplos de refutaciones de Varela que demuelen ideas “petrificadas” (pero no argumentadas ni probadas contundentemente) sobre el tango: 1) demuestra que el tango no tiene un origen exclusivamente popular, sino que “procede de una heterogeneidad social ambigua que incluye también a los sectores altos” (p. 19); 2) refuta asimismo que el tango se haya plantado en un gesto contestatario frente el poder, para explicar que más bien ha venido a afirmar los valores de la familia burguesa y la culpa judeo-cristiana; y 3) desmiente el supuesto machismo del tango, al revelar que sus letras legitiman el deseo femenino y en infinidad de casos presentan a los personajes masculinos como seres quejosos, pasivos, frágilmente sensibles y ontológicamente degradados.


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     Tras la presentación de Gabriel Soria, presidente de la Academia Nacional del Tango, los conductores del homenaje —yo mismo y mi colega, también docente de Folklore en la UNA, el profesor Matías Luongo—, tomaron la palabra sucesivamente seis oradores: Tomás Abraham, Christian Ferrer, Sergio Pujol, Natalia Fossati, Martín Rodríguez y Camilo Sánchez. Posteriormente, actuaron algunas de las figuras más sobresalientes del panorama tanguero actual, todos amigos de Gustavo Varela: los notables cantantes Hernán Genovese y Cucuza Castiello, con el acompañamiento en piano de Hernán Gallegos, y a modo de cierre, la extraordinaria Lidia Borda con su pianista habitual, el maestro Daniel Godfrid.


     Todo concluyó con un brindis lleno de sonrisas y de abrazos, que vino a demostrar un certero aserto del propio Varela: “el tango es un montón de afecto reunido”.


La grabación del acto está disponible

en fecha 20/11/2025,

en el sitio de Facebook de

la Academia Nacional del Tango.


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