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LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL Y LA CULTURA

José de Guardia de Ponté

Profesor e investigador en Computación y Sistemas



Para empezar, podemos decir que la Inteligencia Artificial está hace mucho tiempo, aunque no la entendíamos como hoy es y parece ser. Quizás pudimos visualizarla aquella vez que, en mayo de 1997, una computadora, la famosa Deep Blue, le ganó un match a seis partidas al campeón mundial de ajedrez, el gran maestro ruso Gary Kasparov. De allí en más, los grandes buscadores como Google, Bing, Yahoo!, Baidu, DuckDuckGo, Yandex, Ask, Quora, etc. empezaron a dar respuesta a todas nuestras consultas, aprendiendo y generando algoritmos personales relacionados, y brindando nuestras inquietudes e información personal clasificada en forma comercial a aquellas empresas que pagaban y pagan publicidad a dichos buscadores; es así que, si hoy buscamos por estos medios cualquier tipo de información para consumir, luego por las redes sociales en que estemos inmiscuidos nos empiezan a llegar ofertas y ofrecimientos al respecto. Es más, con solo compartir en una conversación familiar que estamos interesados en algún producto, nuestro celular capta el interés y el movimiento de ofertas se activa de la misma manera.

   En este sentido, la mayor trampa de Internet es que “es gratis”. Pues no, nada es gratis en la red de redes, se mueven intereses de todo tipo y color. Por donde te muevas hay un costo.

 

¿Qué es la inteligencia artificial (AI)?

Ella misma se define como “un campo de la informática que se enfoca en crear sistemas que puedan realizar tareas que normalmente requieren inteligencia humana, como el aprendizaje, el razonamiento y la percepción, y tiene por objeto crear sistemas y programas informáticos que puedan brindar información y/o recomendaciones personalizadas para los consumidores, basadas, por ejemplo, en sus búsquedas y consultas”.

   Siguiendo la línea de sus definiciones, se la puede dividir en tres niveles: “inteligencia artificial estrecha, inteligencia artificial general y súper inteligencia artificial”.

1.− Inteligencia artificial estrecha (ANI)

Es la que se usa en la actualidad, también conocida como IA "débil".

Aunque las tareas que realiza pueden ser impulsadas por algoritmos de suma complejidad y redes neuronales, son muy singulares y están orientadas a objetivos.

Se puede utilizar de varias formas, entre ellas las búsquedas en Internet, el reconocimiento facial y los vehículos auto-conducidos.

Como ejemplos están el Chat GP3 en sus diversas versiones, CICI en sus versiones Android, Configuración de Videos y Asistente Personal, y diversos programas o plataformas:  POP Ai, Frase.io, Salesforce Einstein, Deep L, Grammarly, NetBase, Quid, Synthesia, Zoho Zia, Crystal Knows, Reply, Sembly, Clickup, Timely, Zenefits, Clara Labs.

Se encuentra todavía muy lejos de tener los componentes humanos que se atribuyen a la verdadera inteligencia, por lo que pese a su alcance y poder se le califica como "débil".

2.− Inteligencia artificial general (AGI)

La AGI tiene la capacidad de llevar a cabo con eficiencia cualquier tarea intelectual, al igual que un ser humano. Estos programas no son gratuitos y en la actualidad son bastante eficientes.

Así como lo hacen los sistemas de IA estrecha, la AGI tiene la propiedad de aprender de la experiencia, así como detectar y prever patrones.

Existen hoy programas capaces de realizar trabajos teóricos con bibliografía que el usuario proporciona, así como puede orientar a las conclusiones que desea. Estos trabajos son indetectables como plagios. Ejemplos: Grammarly.pro, AI Writing Assistant, AI Social Content Generator, SEO Writing Assistant, etc. Además, todas estas plataformas pueden ser asistidas por programas que reescriben textos para hacerlos más humanos, como HIX Bypass, BypassGPT, Humbot y AI Humanizer, entre muchos.

Otros programas pueden realizar composiciones musicales de difícil detección como virtuales, ya que un usuario con mínimos conocimientos musicales puede programar voces, letra, estribillos, instrumentos, coros, ritmos, etc., por ejemplo Soundtrap, Suno AI, Amped Studio.

Están luego los programas que realizan imágenes verdaderamente sorprendentes, como “ai image generator / openai”, DALL-E 3, Stable Diffusion XL, shutterstock.com, artguru.ai, y miles más.

3.− Superinteligencia artificial (ASI)

La ASI cuenta con sistemas completamente autoconscientes y tiene la propiedad de entender a la perfección los comportamientos humanos, mucho más allá de simplemente imitarlos o entenderlos.

Parece ciencia ficción, pero el futuro ya ha llegado, aunque no está todavía a disposición del público.

 

Consideraciones necesarias para la comprensión del fenómeno

Para analizar este tema tan vigente y que da tanto que hablar, es menester considerar a priori la cuestión de la educación y de cómo estamos formados, sin pasar por alto el nivel de instrucción y capacitación que poseemos.

   Vivimos bajo un sistema rector mundial que marca la historia, la economía y el quehacer diario. En pocas palabras, una cultura global regente, de fuerte carácter occidental, donde el eje central de nuestra existencia, confort y bienestar depende sustancialmente de la adquisición de dinero, para poder acceder a una vasta y compleja gama de accesorios materiales y de servicios que el sistema marca como necesarios para ser felices. Por el contrario, si no podemos acceder a estas cosas, por pura lógica se deduce que estamos condenados a la exclusión, al sufrimiento y la infelicidad. Así pues, podemos tomar conciencia de que el 70 % de la población de nuestra América está por debajo de los niveles deseados de bienestar, y el 40 % muy por debajo de los niveles de pobreza.

   ¿Cómo es posible mantener esta estructura sin que nadie diga ni pío?

   He aquí donde la educación, o mejor dicho, el sistema educativo (que no es lo mismo), más que un mecanismo de instrucción se comporta como un aparato de “normalización”. Al respecto dice Michael Foucault: “Normalización se entiende por un sistema finamente graduado y con intervalos medibles, en los cuales los individuos pueden ser distribuidos y controlados alrededor de una norma” (Foucault, 1980). Y por supuesto, según este filósofo, la herramienta más importante para establecer las normas es el sistema educativo.

   Esa normalización busca que las personas vivan, se desarrollen y mueran bajo consignas incuestionables: seres adaptados y regulados que piensan y actúan bajo un criterio ya pensado por el poder, y en su defecto, cualquier mecanismo que altere ese sano devenir puede ser considerado un riesgo.

   Aunque parezca un criterio “conspiranoico”, debemos entender que el sistema se construye desde un doble discurso moral, donde el concepto de “libertad” es bastante discutible. Por un lado se interpreta que es la capacidad que posee un ser humano de hacer lo que quiera y desee sin dañar a otro. Por otra parte, no es muy difícil darse cuenta de que ese ideal de libertad tiene muchos “dependes” y está sujeto a las opciones que nos da dicho sistema, que sólo responde al “tener y poseer”.

   Ahora bien, si nos interrogamos sobre este esquema educativo, al margen de darnos herramientas de conocimientos, lecto-escritura y cálculos numéricos, ¿nos brinda las capacidades de investigar, dudar, interrogar y cuestionar, nos brinda herramientas para poder dilucidar verdades y falsedades, o sea “el pensamiento crítico”? La respuesta es “muy poco o casi nada”.

   Toda práctica educativa involucra una práctica política, ya que se relacionan e interactúan valores, proyectos, ideales, cuestiones sociales, y fundamentalmente objetivos ideológicos. Por lo tanto, la educación como práctica nunca es neutral, puede estar orientada a dominar, a emancipar o a distorsionar.

   Denunciada la falsedad de la neutralidad educativa y la falacia de la igualdad de oportunidades en una sociedad de clases como la nuestra, el término educación cobra un nuevo sentido: Freire dice que “la Educación no cambia al mundo, pero sin ella es imposible hacerlo” (Freire, 2002). Para que sea buena debe ser pluralista y destinada a incluir e integrar a todos los sectores, especialmente a los más vulnerables. Pero si está orientada para la contraria, la educación sirve y se convierte en un mecanismo de adoctrinamiento, regula y talla los lentes para ver “la realidad”.

   El lingüista, filósofo y politólogo Noam Chomsky nos dice al respecto que “un sistema de adoctrinamiento que funcione como es debido debe cumplir diversas tareas, algunas bastante delicadas. Uno de sus objetivos es crear masas estúpidas e ignorantes. Las mismas deben ser mantenidas en ese estado, distraídas con simplificaciones groseras y de gran fuerza emocional, marginadas y aisladas En una situación ideal, cada persona debe hallarse sola frente a la pantalla de su televisor, viendo deportes, telenovelas o comedias, privada de estructuras organizativas que permitan a los individuos carentes de recursos descubrir sus pensamientos y creencias en interacción con otras personas, formular sus propias preocupaciones y planes y actuar para poder cambiar” (Chomsky, 1997).

   Ahora bien, veamos el tema de la Inteligencia Artificial y lo que nos dicen de sus pros y contras. Muchos investigadores opinan que la IA transformaría el mundo de la ciencia y la educación, nos daría la posibilidad de pensar diferente, se propone una nueva forma de inteligencia para el ser humano; dejaríamos nuestra condición orgánica para constituirnos en individuos de naturalezas mixtas en constante transformación. Pero dice Sydney J. Harris: “el peligro no es que las computadoras empiecen a pensar como los hombres, sino que los hombres empiecen a pensar como las computadoras” (Harris, 1979).


Conclusión

La IA, que es capaz de aprender en forma racional y entender qué está mal para la salud y la sociedad humana, puede convertirse en una parte significativa de nuestra vida: nos puede recomendar productos para comprar, videos para ver, qué música escuchar, con quiénes relacionarnos en plataformas sociales, y hasta nos está respondiendo consultas en diálogos como si fueran con otro ser humano.

   Se comienza a explorar nuevos paradigmas, pero ¿se podrían poner en contra del mercado y los intereses de economías hegemónicas? O quizás, manejadas y programadas por el “poder”, afianzarían la manipulación, el control y regulación de mentes.

   Algo que realmente preocupa es la incidencia de la IA en la Educación. No solamente por la posibilidad de que los estudiantes corten y peguen informes, monografías y artículos, sino por la terrible injerencia que puede tener en las decisiones de los niños y jóvenes.  

   En este caso la IA se saldría y se sale de los cánones establecidos del adoctrinamiento convencional, y puede convertirse en −o ya lo es− un factor de doble control.

   Todo lo que no se usa se atrofia. La IA piensa, más que como el humano, por el humano.

   Ante tal realidad, queda el desafío de poder controlar los riesgos y, dentro de un mundo muy especial, saber aprovechar al máximo este nuevo milagro tecnológico para que no se convierta en una pesadilla más, de las muchas que ya nos aquejan.

 

Bibliografía

CHOMSKY, Noam, Cómo se reparte la tarta. Políticas USA al final del milenio, Barcelona, Icaria, 1996.

CHOMSKY, Noam, La Aldea Global, Txalaparta, 1997.

FOUCAULT, Michel, Un diálogo sobre el poder y otras conversaciones, Alianza, 1980.

FREIRE, Paulo, Pedagogía de la autonomía. Saberes necesarios para la práctica educativa, Siglo XXI de España, 2002.

ABRAHAM, Tomás, Los senderos de Foucault, Buenos Aires, Nueva Visión, 1989; reed. Eudeba, 2014.

DUSELL, Enrique, Filosofía ética latinoamericana V, Arqueológica latinoamericana, Fondo de Cultura Económica, 1979.

HARRIS, Sydney J. ¿Podrías creer?, Chicago, Tribune, 1979.

 

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