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VITULLO, ARTISTA DE LA PATRIA GRANDE


70 AÑOS DE OLVIDO: EXPRESIÓN, SIMBOLISMO Y COMPROMISO

Alberto Sorzio



El 17 de mayo de 1953 ocurrió la muerte en Paris de uno de los artistas argentinos más interesantes y comprometidos con el sustrato identitario de nuestra Patria Grande. Hoy es prácticamente ignorado. Se trata de Sesostris Vitullo, nacido el 8 de septiembre de 1899 en Buenos Aires, hijo de muy humildes inmigrantes italianos.

   Cuenta en su autobiografía: "Adolescente, solía visitar las obras en construcción donde los gremios de arquitectos, carpinteros y herreros, llegados a la Argentina, construían edificios y barrios de casonas al estilo francés. Indagaba, sondeando a algunos de ellos sobre el tema del arte, sobre la vida que transcurría en los ´atelieres´ de París, les preguntaba qué pensaban de escultores como Rude, Carpeaux, Rodin. Todos estos temas que estaban en mí en estado embrionario, fueron y afirmaron día a día, mi deseo de esculpir, de tallar la materia dura que más resiste el esfuerzo del hombre... todo eso me obsesionaba. Me matriculé en la Escuela de Bellas Artes de la calle Alsina".  

   Vive humildemente, trabajando de modelo de escultores (como Alfredo Bigatti) que lo impulsan a cumplir su sueño de escultor. Frecuenta museos y círculos de artistas. Amigos y conocidos reúnen algunos fondos para que pueda viajar a Paris, meta ansiada de los jóvenes artistas de esa época. En 1925 se embarca como marinero hacia Europa. Estudia detalladamente la obra de Rodin y Bourdelle.  Trabaja en las canteras para sacar el material y se asocia a la "Corporación de Tallistas" donde aprende secretos del oficio. Frecuenta a viejos maestros del oficio. Dice de ellos en su autobiografía: "Todos estos escultores amigos míos me hablaron en su lengua, en la de los maestros que en su juventud habían escuchado, trabajando con ellos en todas aquellas humildes faenas de cantera, así como las leyes que rigen el estilo románico de los primeros tiempos. He aprendido muchas cosas con esos hombres, imbuidos de una honestidad a toda prueba y de una frescura rayana en la santidad. Fueron maestros indiscutibles para mí que venía de un país nuevo donde hombres de esa calidad, naturalmente naturales, sólo se podían encontrar entre los gauchos de nuestra pampa."



  Esa calidad la buscó y la expresó a través de lo simbólico en un lenguaje visual que se lo emparenta con las formas expresivas de la América precolonial, las pirámides mayas, la sencillez expresiva del arte rupestre. En definitiva, las fuentes del arte americano mítico y fundante de la identidad americana. La irrupción del pensamiento eurocentrista colonizó, sobre todo en el siglo 19, los criterios de apreciación artística condicionada por el realismo y la simulación de tridimensión desarrollados en el Renacimiento, tan diferentes y opuestos a la cosmovisión de la América Profunda, como apunta Kusch. Es la oposición entre Ser y Estar. Este condicionante eurocentrista perdura hasta la actualidad (salvo algunas excepciones) en la apreciación de lo bello: si se parece a lo que veo está bien. Predomina el afán del parecido sobre lo simbólico. La cultura del Ser (Kusch) quiere apropiarse del mundo, por eso acude a la ciencia y la racionalidad para reemplazar el mundo mítico del "Estar". La perspectiva como método de representación del mundo, es una construcción matemática desarrollada sobre los postulados de la geometría euclidiana durante el Renacimiento.



   Teóricos como Alberti, llegan a construir aparatos para observar modelos o paisajes a través de vidrios reticulados, algo así como aparatos para calcar lo que se ve. Estos principios renacentistas (el mundo del Ser) se opondrán a las antiguas representaciones del mundo antiguo fundamentalmente míticas, simbólicas, expresivas de potentes formas sintéticas; y mantendrán su vigencia en las artes visuales de Occidente durante 400 años, hasta que las vanguardias de fines del siglo 19 y principios del siglo 20 pondrán en crisis el rigor renacentista.

   En nuestra "Patria Grande" tan fuertemente colonizada por los invasores con el apoyo de las elites que, como dice Graciela Dragoski, "con el nacimiento de nuestras oligarquías republicanas se inaugura el período de autocolonización", se instalará una corriente eurocentrista que va a invadir toda la cultura. Esta despreciará las expresiones de arte criollo, a tal punto, que aun en la actualidad se enseña que el arte en nuestra Patria se inicia con la llegada de los artistas extranjeros, italianos, ingleses, franceses, alemanes, etc. Durante la colonia y principios del siglo 19 esa colonización cultural la sufrirá toda América. Recién en el siglo 20 surgieron artistas que retomaron los lenguajes originarios de figuras planas, líneas cerradas, retomando el originario espacio bidimensional que apunta a valorar el significado sobre el significante; la representación, como en toda América prehispánica, siempre proyecta a lo mítico, al "Estar". Eso es lo que recuperan artistas emblemáticos como Siqueiros, Rivera, Orozco o Guayasamín. En nuestra patria, a principios del siglo 20, numerosos artistas plásticos iniciaron el camino de volver a retomar el lenguaje expresivo original. Un ejemplo emblemático fue el grupo Espartaco, con artistas como Carpani, Juan Manuel Sánchez, Esperillo Bute, Di Bianco y varios más que expresaron su pensamiento en un importante Manifiesto (año 1961), en el cual se analiza el coloniaje cultural y propone formas de superar el sometimiento colonial.

   En junio de 2014 el Museo Nacional de Bellas Artes realizó la muestra "La Hora Americana" donde se exhibieron obras de artistas como Gramajo Gutiérrez, Gertrudis Chale, Berni, Bermúdez, Iramain, Soto Avendaño, Forner, Malanca, Spilimbergo, Pantoja, Ramoneda, Matthis y muchos más argentinos y americanos. Entre todos se halla el motivador de esta nota: Sesostris Vitullo. Con su obra "Eva Perón-Arquetipo de Símbolo".



    Yo sabía de la existencia de esa obra por antiguas fotos, pero nunca la había visto directamente. No tengo palabras para describir la emoción de ese instante. Estaba colocada a la entrada de la muestra y a su lado un poco más arriba “La Urpila” de Ramón Gómez Cornet. Todo un símbolo. Esa imagen de Eva Perón había sido encargada en 1952 para un monumento a emplazar en la embajada argentina en Paris. Pero fue rechazada porque "no se parecía". Otra victoria del colonialismo cultural mediocre, que prefería la imagen glamorosa de la rubia bellísima que era, a la interpretación de lo que significó. Para esas mentes era más aceptable la foto coloreada, que como la concibió Vitullo: "Eva Perón arquetipo símbolo. Libertadora de las razas oprimidas de América. La veo como un mascarón de proa rodeada de laureles".



   ¿Es necesaria otra explicación? La incomprensión de quienes juzgaron ese potente bloque de piedra de 1,20 m de altura, con esas características amerindias, la ocultaron en un sótano de la embajada, hasta que en la década del 90 la adquiere la Universidad Torcuato Di Tella y está en custodia en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires.

   Aquí cabe lo que dijo R. Kusch en Anotaciones para una Estética de lo Americano: "Detrás del formalismo elegante de Mitre, la fealdad heroica del Martín Fierro".

   Uno de los artistas que mejor interpretó el espíritu americano, y desde ya argentino, murió en un hospital de Paris a los 54 años el 17 de mayo de 1953 en la mayor pobreza, a tal punto que su viuda no podía pagar el funeral y fue costeado por amigos y vecinos, quienes incluso fabricaron el féretro.  

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